La lengua es una realidad viva variada, que se define por los usos que de ella hacen los hablantes en su contexto social. La variación puede ser el resultado de la dispersión de los hablantes en el espacio, pero también de su posición en la estructura social (estratificación). Esta última forma de variación, que entra claramente en intersección con la primera, es la que aquí se tomará en consideración. Se partirá de la base de que, más allá de la competencia lingüística abstracta, tal y como se ha formulado por la gramática teórica desde los trabajos de Saussure y, un poco más tarde, Chomsky (idea que ha conducido, en muchos casos, a asumir ingenuamente un cierto "comunismo lingüístico") existe una competencia social desigualmente distribuida, estrechamente ligada a los diversos microcosmos que se crean dentro de una comunidad humana estratificada y que se hallan regidos por
normas capaces de fijar la forma de los discursos existentes; se trata de normas explícitas o implícitas de carácter más o menos coercitivo. El aprendizaje de tales normas constituye un elemento esencial de nuestra construcción como hablantes / agentes sociales.
1. El lenguaje como práctica cultural. La diversidad cultural y lingüística.
1. ¿Comunidades lingüísticas?
2. Competencia lingüística / competencia social.
3. Estratificación social y lengua.
4. Los discursos lingüísticos y la construcción social.